Will Durant describe la aventura del pensamiento humano en Occidente. Sócrates, el hijo de la partera Fenerata, es criticado porque a todo suele responder con una pregunta ¿Qué es eso? Nunca un pensador tuvo el patrocinio que tuvo el Estagirita, por parte de Alejandro de Macedonia, con lo cual fue posible la redacción de esa enciclopedia de la antigüedad que fue la obra de Aristóteles, que logró pulir después de haber sido formado peripatéticamente en la escuela de Platón. Cada época tiene su estilo de pensamiento, algunas se adaptan a la física en el tiempo y surge el tiempo de Newton y Leibniz, otras se adaptan a un entorno comercial, los empiristas ingleses (Hume, Berkeley), otras se adaptan a la biología, como en el tiempo de Schopenhauer y Nietzche, otras se empiezan a centrar en la psicología y surge el pensamiento de Santayana, William James. Algunos pensadores son faros de síntesis y transición de una época a otra, como Baruch Spinoza, Francisco María Voltaire, Emmanuel Kant, Herbert Spencer.
Con esta obra, por primera vez se encuentra el lector con que Voltaire es un maestro del humor negro, hecho a punta de leer los libros de su extensa biblioteca que le fue permitida comprar de joven, por la enorme generosidad de la cortesana Ninon de Lenclos. Voltaire se burla de todo, hasta de sí mismo, con lo que el ilustre pensador de Ferney logra ser el mayor “posadero de Europa”, su casa sencillamente devino una especie de Meca para quienes en testimonio de admiración deseaban verle. Pero al mismo tiempo, al criticar los sistemas de pensamiento y político de sus tiempo, cae en una especie de anticlericalismo. Y Voltaire es uno de esos raros personajes que modela el tiempo de su época, de hecho por eso Durant trata en otra de sus obras de la civilización sobre el siglo de Voltaire.
Una de las directrices tras bambalinas en esta obra, da la impresión de que Durant toma elementos de Voltaire en cuanto a hacer una historia del pensamiento, para mostrar una tendencia en el tiempo del quehacer cultural. Estilo que de paso, impregnó el trabajo de Edward Gibbon, el autor de la Decadencia y Caída del Imperio Romano.
Referencia: Historia de la Filosofía. Editor Joaquín Gil, Buenos Aires, 3a Edición, 1952. 863 páginas.
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